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  1. 1.Resumen


  El yo poético expresa la imposibilidad de saciar su deseo de unión física y espiritual con la amada ausente. Él se identifica con un ser seco y sediento. La amada es descrita metafóricamente como un pozo y un oasis salvador, pero es inalcanzable por su lejanía.


  1. 2.Rasgos estilísticos más destacables

El poema pertenece al libro póstumo Cancionero y romancero de ausencias. La inclusión de la fecha nos permite relacionar el poema con la situación personal de Miguel Hernández: lo escribe en la prisión de Ocaña, poco antes de ser trasladado a la cárcel de Alicante, donde meses después morirá.  Este poema, como toda su obra, está vinculado estrechamente con su propia vida. En esta ocasión es un momento duro, difícil, pues la cárcel y la lejanía impiden que su intenso deseo de unión con la amada pueda ser realizado. Ella es la única salvación (“oasis”), pero inalcanzable; el yo lírico se consume por la “sed” (de unión amorosa) y el “sol” (las condiciones de vida duras que sufre).


El poema, como el título indica, se encuadra dentro del género poético de la casida, de origen árabe y temática amorosa.  Consta de doce versos distribuidos en cuatro estrofas.  La primera y tercera estrofas son cuartetas con versos  heptasílabos y rima asonante alterna. La segunda y la cuarta estrofa son dos pareados con rima consonante: el primer verso de cada pareado es heptasílabo y el segundo, endecasílabo. La distribución y composición crean un ritmo paralelístico muy propio del cancionero popular. Hay numerosos encabalgamientos suaves que dulcifican el ritmo y un encabalgamiento abrupto (en el verso 2) para resaltar la voz lírica (“soy”).


El sujeto poético, que aparece en primera persona del singular, se reconoce en los verbos utilizados en primera persona (“soy”, “he de beber”). Es un yo poético que se refiere a un “tú” lírico en segunda persona del singular: la amada ausente, que aparece a través de imágenes (ahora las comentaremos), el pronombre “tuyo” o el determinativo “tu”. La utilización de la primera persona hace que la actitud del sujeto poético sea intimista, como es característico de la poesía.


La secuencia textual predominante es la descriptiva y  siempre a través de imágenes.  El “yo” lírico se identifica con la metáfora “arena del desierto”. Para referirse a la amada utiliza también metáforas como “oasis” o “pozo”. Como en todo texto descriptivo abundan los sustantivos y los adjetivos, también algún pronombre (“tuyo”, “los dos”) y verbos atributivos como “soy” y “es”, repetido varias veces. Es, pues, un estilo nominal, propio de las descripciones, a lo que contribuye también el uso de la aposición (versos 5, 9 y 11), la elipsis del verbo (estrofa segunda y cuarta) y el uso de dos proposiciones adjetivas (versos 2, 10 y 12). 

Nos adentramos ya en los recursos retóricos más significativos. Por supuesto, destacan las metáforas, algunas de las cuales ya hemos señalado. El yo poético se manifiesta como un ser seco por la ausencia de la amada usando  las metáforas siguientes: “arena”, “desierto”, “sol”, “sed”.  Él padece una sequía amorosa por culpa de la lejanía de la amada y las duras condiciones vitales que no especifica pero adivinamos por la fecha y quedan reflejadas en la metáfora “sol” y su calcinación. El “tú” lírico, la amada, es mencionada a través de dos sinécdoques, “boca” y “cuerpo”, que evocan su deseo de unión física, y varias metáforas (“oasis”, “pozo”, “húmedo punto”). Es decir, hay un antagonismo: si él es “sed”, ella es agua (a través de las metáforas mencionadas), o sea, ella es su salvación, como mencionamos arriba. Existe, pues, un intenso deseo de unión, de contacto, de fusión, con la mujer amada, pero la comunicación resulta imposible, como lo aclara ya en el cuarto verso: “donde no he de beber”. El sujeto poético recurre también a otro recurso expresivo fundamental en el poema, la antítesis, como se deja entrever por el antagonismo comentado: ella es agua, él es sed (oasis - desierto; húmedo - abrasador). Otra antítesis interesante es “mundo” frente a “punto”; para él, ese  mundo, ese deseo, es infinito, inmenso, “abrasador”; ella es un “punto”, pero lejano e inalcanzable. Otra antítesis la forma la pareja “abierto” frente a “cerrado”. Se menciona al principio que ella es un “oasis abierto”, por lo que parece que hay cierta esperanza de llegar hasta allí, hasta ella, pero luego se concluye de modo rotundo que no es posible, ella es un “pozo” cerrado. Es natural sabiendo el momento  vital en el que escribió el poema. Otro recurso muy usado es la aliteración, como la de las vocales “a”, “e”, “o” en los dos primeros versos, “arena del desierto / soy”, “desierto de sed”; la de “o” y “a” en “boca: oasis”; y la de “u” y “o” en los últimos versos: “húmedo punto en medio de un mundo”.  Contribuye también a dotar ritmo y  musicalidad la repetición cercana de palabras: “desierto” se repite tres veces, “oasis” dos. Temáticamente, los pareados desarrollan las dos palabras claves con las que identifica a la amada: “boca” y “cuerpo”, que insinúan la necesidad no sólo espiritual sino física, de unión.

En definitiva, es un poema  que refleja el deseo del yo lírico, un deseo no correspondido en este caso por la distancia que implica su situación personal (en la cárcel). Recuerda a los poemas de “El rayo que no cesa”, pero ahora la unión no es porque no quiera la amada ese contacto sino por las circunstancias externas motivadas por la guerra, que lo ha llevado a la derrota y a la cárcel. En el poema se reflejan los tres temas, las tres heridas constantes de su poesía: la vida, el amor y también la muerte, que le sobreviene pocos meses después al poeta y que se adivina en este texto al decir que está “calcinado” o que de la boca de la amada “no  ha de beber”.




  1. Arena del desierto

  2. soy, desierto de sed.

  3. Oasis es tu boca

  4. donde no he de beber.

  5.               

  6. Boca: Oasis abierto

  7. a todas las arenas del desierto.


  8. Húmedo punto en medio

  9. de un mundo abrasador,

  10. el de tu cuerpo, el tuyo,

  11. que nunca es de los dos.

  12.               

  13. Cuerpo: pozo cerrado

  14. a quien la sed y el sol han calcinado.

  15.                                                   

  16.                          Ocaña, 1941

Comentario literario 1:

Casida del desierto / Miguel Hernández